La OMS amplía la definición de enfermedades transmitidas por el aire.

En los primeros días de la pandemia de Covid, un equipo de científicos instó a la Organización Mundial de la Salud a reconocer que la enfermedad podía propagarse a través del aire.

Inicialmente, la agencia los rechazó, a pesar de la creciente evidencia de que las gotas cargadas de coronavirus permanecían en el aire, convirtiendo los espacios interiores en focos de infección. Los investigadores respondieron con una campaña pública, que ayudó a persuadir a la Organización Mundial de la Salud para finalmente reconocer, a finales de 2021, que el Covid era transmitido por el aire.

A raíz de la controversia, la agencia también pidió a un grupo de asesores, incluidos algunos de sus críticos científicos, que actualizaran sus directrices formales para clasificar las formas en que los patógenos se propagan. Después de más de dos años de discusión, ese grupo ha publicado un informe que establece nuevas definiciones que podrían tener implicaciones significativas para los países de todo el mundo que dependen de la agencia para establecer políticas para frenar la propagación de enfermedades.

La posición anterior de la OMS era que solo un puñado de patógenos, aquellos que viajan en pequeñas gotas y se propagan a largas distancias, como la tuberculosis, podían considerarse transmisibles por el aire. Pero el nuevo informe sugiere categorías más amplias que no se basan en el tamaño de las gotas o en la distancia de propagación. Tales cambios fueron polémicos porque planteaban la posibilidad de que más enfermedades ahora pudieran requerir costosas medidas de control, como salas de aislamiento hospitalario y equipos de protección.

“Es un primer paso importante”, dijo el Dr. Ed Nardell, experto en tuberculosis de la Facultad de Medicina de Harvard y miembro del grupo. “Realmente tenemos un comienzo, con un lenguaje acordado, aunque no todos estén contentos con ello”.

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Antes de la pandemia, la OMS y otras agencias generalmente reconocían algunas formas en que las enfermedades podían propagarse. Una era por “transmisión por contacto”, en la que alguien recogía un patógeno ya sea tocando directamente a una persona infectada o a través del contacto con una superficie contaminada.

La “transmisión por gotas” implicaba la propagación a corta distancia de enfermedades cuando las personas tosían o estornudaban gotas más grandes de 5 micrones (cinco millonésimas de metro), que luego caían directamente en la boca, ojos o nariz de la víctima.

La “transmisión aérea” hacía referencia a solo un puñado de enfermedades que se propagaban en gotas más pequeñas que 5 micrones, flotando a largas distancias hasta que alguien las inhalaba.

Cuando surgió el Covid, la agencia dijo que probablemente se estaba propagando a distancias cortas, ya sea a través del contacto o de la transmisión por gotas.

Pero Yuguo Li, un ingeniero mecánico de la Universidad de Hong Kong, y muchos otros críticos temían que la OMS estuviera pasando por alto la posibilidad de que el Covid pudiera propagarse a través del aire. A medida que avanzaba la pandemia, los científicos encontraron evidencia en brotes de que el coronavirus podría efectivamente propagarse a largas distancias en gotas flotantes. (Algunos científicos cuestionaron la solidez de esos estudios).

La OMS formó el nuevo grupo asesor en noviembre de 2021 y pidió al Dr. Li que fuera co-presidente. En las reuniones del grupo, el Dr. Li y otros argumentaron que la agencia se había basado en falsas dicotomías.

Por ejemplo, hay poco fundamento científico para el umbral de 5 micrones para gotas pequeñas. Gotas más grandes también pueden permanecer en el aire durante largos períodos de tiempo.

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Los investigadores también argumentaron que las infecciones a corta distancia no eran evidencia de que una enfermedad se propaga solo a través de tos y estornudos. Las personas infectadas también pueden exhalar gotas a través de la respiración o hablar que luego son inhaladas por otros cercanos.

El nuevo informe divide las rutas de transmisión en aquellas que involucran contacto y otras que involucran el aire. El grupo acordó llamar a la segunda ruta “transmisión a través del aire”.

Linsey Marr, ingeniera ambiental de Virginia Tech y miembro del grupo asesor, encontró esa frase más torpe que un término más simple como transmisión aérea.

“Lo encuentro muy pesado”, dijo. “Pero estábamos buscando un lenguaje de términos comunes lo más bajo que todos pudieran aceptar”.

El informe también especificaba que los patógenos pueden propagarse a través del aire de dos formas. Una es “deposición directa”, que se refiere a gotas que impactan en las membranas mucosas de la boca, ojos o nariz. La otra es “transmisión aérea/inhalación”, en la que las gotas son inhaladas.

Después de que los científicos crearon la nueva terminología, la OMS obtuvo acuerdos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., así como de sus contrapartes en África, China y Europa, para adoptar las mismas definiciones.

“Es una declaración de acuerdo bastante importante para trabajar juntos”, dijo el Dr. Jeremy Farrar, científico jefe de la OMS.

Pero el nuevo informe no hizo recomendaciones sobre cómo las agencias deberían detener la propagación de enfermedades por estas diferentes rutas. Los autores reconocieron que no pudieron llegar a un consenso sobre este tema.

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Tradicionalmente, las pautas hospitalarias para controlar enfermedades transmitidas por aire han requerido medidas costosas como salas de aislamiento con presión negativa, así como respiradores N95 y otro equipo de protección para evitar inhalar gotas finas. Pero no está claro qué enfermedades merecen ese tipo de control, o qué esfuerzos se deben realizar fuera de los hospitales.

El Dr. Walter Zingg, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Zurich y miembro del grupo asesor, dijo que las antiguas categorías ofrecían una guía más directa. Antes se pensaba, por ejemplo, que mantenerse a unos pocos pies de alguien que tosiera o estornudara era una forma efectiva de evitar la transmisión por gotas.

“Era simplista y probablemente no verdadero en cierto modo, pero servía para un propósito”, dijo. “Ahora tenemos que considerar otras variables”.

El Dr. Farrar dijo que estas pautas deben basarse en evidencia experimental clara, aunque esa evidencia aún es escasa para muchas enfermedades. Los científicos siguen debatiendo, por ejemplo, en qué medida la gripe, que ha sido estudiada durante más de un siglo, se propaga por aire.

“Sabemos una cierta cantidad, pero no estamos absolutamente seguros”, dijo el Dr. Farrar. “Ese es el tipo de trabajo que necesitamos desesperadamente para la gripe”.