Oficiales venezolanos anunciaron el martes que las elecciones nacionales, que muchos esperaban que abrieran el camino hacia la democracia, se llevarán a cabo el 28 de julio.
Sin embargo, la decisión sobre la fecha llega un mes después de que el tribunal más alto del país impidiera la participación del principal candidato de la oposición en la boleta electoral, lo que lleva a muchos a cuestionar cuán libres y justas serían las elecciones de verano.
Aun así, el anuncio del gobierno del presidente Nicolás Maduro es al menos un cumplimiento parcial de un compromiso con Estados Unidos de celebrar elecciones este año a cambio de la suspensión de sanciones económicas devastadoras.
En octubre, Maduro firmó un acuerdo con la oposición del país y se comprometió a trabajar hacia una votación presidencial libre y justa. En el acuerdo, Maduro dijo que celebraría una elección antes de que finalizara este año, y Estados Unidos levantó algunas sanciones como gesto de buena voluntad.
Pero pocos días después, Maduro observó cómo una candidata de la oposición, María Corina Machado, ganó más del 90 por ciento de los votos en una elección primaria organizada por la oposición y sin la participación del gobierno. Los resultados decisivos enfatizaron su popularidad y plantearon la posibilidad de que pudiera vencerlo en una elección general.
Desde entonces, el gobierno de Maduro ha declarado a Machado inelegible para postularse, alegando irregularidades financieras que ocurrieron cuando era legisladora nacional, y arrestado a varios miembros de su campaña. Hombres en motocicletas han atacado a los seguidores en sus eventos.
La suspensión temporal de las sanciones de EE. UU. en el sector de petróleo y gas está programada para vencer el 18 de abril, y la administración Biden podría optar por reimponerlas en ese momento.
El anuncio de este martes “deja en claro que Venezuela no tendrá elecciones libres y justas este año” y “casi garantiza que la administración Biden restablecerá las sanciones”, dijo Geoff Ramsey, miembro senior de Venezuela en el Consejo Atlántico, una institución de investigación con sede en Washington.
El Chavismo, el movimiento inspirado en el socialismo que encabeza Maduro, ha controlado Venezuela durante 25 años. Maduro llegó al poder en 2013 tras la muerte de su predecesor, el presidente Hugo Chávez, y se mantuvo en el puesto después de unas elecciones en 2018 cuyos resultados fueron considerados ampliamente fraudulentos. Esa elección fue seguida por un período de aislamiento internacional, en el que muchos países siguieron el ejemplo de Estados Unidos al negarse a hacer negocios con Venezuela.
La fecha de las próximas elecciones, el 28 de julio, es el cumpleaños de Chávez. El anuncio se hizo en la fecha de su muerte, el 5 de marzo.
La elección probablemente busca aprovechar el legado de Chávez para fortalecer la electabilidad de Maduro, que es profundamente impopular, según Phil Gunson, analista del Grupo Internacional de Crisis, con sede en la capital del país, Caracas.
Los candidatos de la oposición tienen hasta el 25 de marzo para registrarse. No está claro si el partido de Machado intentará insistir en su candidatura o si buscará unirse en torno a otro candidato.
Una oposición fragmentada probablemente beneficiará la candidatura de Maduro.
“La combinación de una oposición dividida, una fuerte abstención y oponentes débiles le da la mejor oportunidad de ganar sin tener que cometer fraude”, dijo Gunson.