Los precios al consumidor en Estados Unidos aumentaron el mes pasado, lo que indica que la inflación sigue siendo un desafío persistente para la Reserva Federal y para la campaña de reelección del presidente Joe Biden, ambos contando con una disminución constante de las presiones inflacionarias este año.
Los precios subieron un 0.4% de enero a febrero, un aumento con respecto al 0.3% del mes anterior. En comparación con los precios de hace 12 meses, los precios al consumidor subieron un 3.2% el mes pasado, más rápido que el ritmo anual del 3.1% en enero.
Excluyendo los precios volátiles de alimentos y energía, los llamados precios “core” también aumentaron un 0.4% de enero a febrero, igualando el incremento del mes anterior y a un ritmo más rápido de lo que es consistente con el objetivo del 2% de la Fed. La inflación subyacente se observa especialmente de cerca porque suele proporcionar una mejor idea de hacia dónde se dirige la inflación.
La percepción de los votantes sobre la inflación seguramente ocupará un lugar central en las elecciones presidenciales de este año. A pesar de un mercado laboral saludable y un mercado de valores en máximos históricos, las encuestas muestran que muchos estadounidenses culpan a Biden por el aumento de los precios al consumidor que comenzó en 2021. Aunque las presiones inflacionarias han disminuido significativamente, los precios promedio siguen muy por encima de lo que estaban hace tres años.
En general, la inflación ha disminuido desde un pico del 9.1% en junio de 2022, aunque ahora se está desacelerando más lentamente que la primavera y el verano pasados. Los precios de algunos bienes, desde electrodomésticos hasta muebles y automóviles usados, en realidad están cayendo después de que las cadenas de suministro congestionadas durante la pandemia hicieran que los precios se dispararan. Hay más autos nuevos en los estacionamientos de los concesionarios y productos electrónicos en las estanterías de las tiendas.
Por el contrario, los precios de comidas en restaurantes, reparaciones de automóviles, cuidado hospitalario y otros servicios aún están aumentando más rápido de lo que lo hacían antes de la pandemia. El seguro de automóviles ha aumentado, reflejando los crecientes costos de reparación y reemplazo de automóviles. Y después de haber aumentado significativamente los salarios de enfermeras y otro personal demandado, los hospitales están trasladando sus mayores costos laborales a los pacientes en forma de precios más altos.
En su discurso del Estado de la Unión la semana pasada, Biden destacó las medidas que ha tomado para reducir costos, como poner un tope al precio de la insulina para los pacientes de Medicare. El presidente también criticó a muchas grandes empresas por participar en la “especulación de precios” y la llamada “reducción del tamaño”, en la que una empresa reduce la cantidad de producto dentro de un paquete en lugar de subir el precio.
“Demasiadas corporaciones aumentan los precios para aumentar sus ganancias, cobrando cada vez más por menos y menos”, dijo Biden.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, señaló en su testimonio ante el Congreso la semana pasada que el banco central está cerca de recortar tasas. Después de la reunión de enero, los funcionarios de la Fed dijeron en un comunicado que necesitaban “mayor confianza” en que la inflación estaba disminuyendo de manera constante hacia su nivel objetivo del 2%. Desde entonces, varios de los responsables de la Fed han dicho que creen que los precios seguirán cayendo. Una de las razones, sugirieron, es que los consumidores cada vez más están buscando alternativas más económicas como respuesta a los precios más altos.
La mayoría de los economistas esperan que el primer recorte de tasas de la Fed se produzca en junio, aunque también es posible que sea en mayo. Cuando la Fed reduce su tasa de referencia, con el tiempo reduce los costos de endeudamiento para hipotecas, préstamos para automóviles, tarjetas de crédito y préstamos comerciales.
Un factor que podría mantener la inflación elevada es la economía aún saludable. Aunque la mayoría de los economistas habían esperado una recesión el año pasado, la contratación y el crecimiento fueron sólidos y siguen siendo saludables. La economía creció un 2.5% el año pasado y podría crecer a un ritmo similar en los primeros tres meses de este año, según la sucursal de Atlanta de la Reserva Federal.
La semana pasada, el Departamento de Trabajo dijo que los empleadores añadieron 275,000 puestos de trabajo en febrero, la última racha de ganancias sólidas en contratación, y la tasa de desempleo se mantuvo por debajo del 4% durante el vigésimo quinto mes consecutivo. Es la racha más larga desde la década de 1960.
Aún así, la tasa de desempleo aumentó del 3.7% al 3.9% y el crecimiento salarial se desaceleró. Ambas tendencias podrían hacer que la Fed se sienta más confiada en que la economía se está enfriando, lo que podría ayudar a mantener la inflación a la baja y llevar al banco central a comenzar a reducir las tasas.
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