En alabanza de los pequeños triunfos

La primavera llega, y con ella, un mandato semi molesto, semi vigorizante para hacer la limpieza de primavera, para despejar espacios tanto físicos como psicológicos. Debido a que estoy constantemente buscando razones para deshacerme de cosas viejas, de formas de pensar y ser que ya no son útiles, me siento atraído por la limpieza de primavera como un rito anual.

Sin embargo, también tengo constantemente una sensación molesta de temor con respecto a las obligaciones de cualquier tamaño, por lo que también encuentro el concepto de la limpieza de primavera como algo demasiado ambicioso e intimidante. En días en los que las tareas de rutina como ir a la oficina de correos o separar la colada se sienten como castigos, el proyecto de envasar al vacío los suéteres en bolsas de almacenamiento antipolillas parece inalcanzable.

Un amigo me estaba contando cómo se estaba preparando para una venta de garaje en el vecindario dos veces al año, y cómo había comenzado a hacer espacio en anticipación al evento. Sentí una mezcla de emoción (¡es esa época del año de nuevo!) y pánico (es esa época del año de nuevo y, una vez más, he esperado demasiado tiempo para llamar al contador!). Luego mencionó lo satisfecha que se sintió después de coser un botón en una camisa para prepararla para la venta.

Comencé a pensar en esas pequeñas cosas que posponemos, las pequeñas tareas que no son necesariamente arduas, pero por alguna razón –no son parte de nuestras rutinas regulares, no necesitamos hacerlas para funcionar– posponemos hacer. Cuando finalmente las hacemos, la sensación de alivio que experimentamos es casi trascendente.

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Toma coser un botón en una camisa. Sí, la camisa ha estado fuera de servicio durante cuatro años, pero está bien, te racionalizaste, tienes otras camisas y siempre hay cosas más urgentes que hacer. Pero cuando finalmente te sientas y coses el molesto botón, sientes un sentido desproporcionado de logro que es totalmente desproporcionado al esfuerzo y tiempo invertido. ¡Mira tu obra! ¡Y ahora tienes otra camisa!

Comencé a hacer una lista de estas tareas, las pequeñas cosas interminablemente pospuestas que ocupan espacio en el fondo de la lista de tareas de la mente. Lustrar zapatos. Trasplantar plantas. Afil…