Las divisiones sísmicas separan a los partidos de la derecha nacionalista en Europa.

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El ECR fue fundado después de que los Conservadores del Reino Unido abandonaron el centro-derecha del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo. Desde la salida de Gran Bretaña de la UE, el ECR ha sido dominado por PiS y otros partidos establecidos de centro-derecha de Europa Central, a los que se han unido nuevas formaciones “neo-nacionalistas” como los Hermanos de Italia y Vox de España.

Los científicos políticos Martin Steven y Aleks Szczerbiak han argumentado que el ECR ha surgido en los últimos años como una “voz fuerte para el conservadurismo en Europa”, distinta de la Democracia Cristiana, por un lado, y la “derecha radical” por el otro.

En temas sociales, el ECR enfatiza a la familia como el “fundamento de la sociedad” y pide una “inmigración efectivamente controlada y el fin del abuso de los procedimientos de asilo”. Pero si bien su declaración fundacional de valores enfatiza la “integridad soberana del Estado nación”, rechaza el euroescepticismo radical del tipo que defiende el RN, por ejemplo, y en su lugar propugna una visión “eurorealista” de una UE reformada como una comunidad de naciones en cooperación.

Y en cuestiones económicas, se destaca por su apoyo a un “comercio libre y justo” y por ser escéptico sobre el tipo de regulación del mercado que sustenta el modelo social europeo y en el que los partidos de la Democracia Cristiana han hecho mucho para ayudar a configurar.

Pero es en política exterior, donde el ECR difiere más de la “derecha radical”. Es quizás donde mejor está ubicado para aprovechar la frontera cada vez más porosa entre el conservadurismo nacionalista y la Democracia Cristiana convencional para influir en la política a nivel europeo.

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Dando la bienvenida a la entrada del partido de los Finlandeses en el ECR el año pasado, el vicepresidente Charlie Weimers dijo que “fortalecerá aún más el grupo como la voz pro Rusia más destacada en el Parlamento Europeo”. La política sobre Rusia y la guerra en Ucrania será también el principal obstáculo para la aparición de un solo bloque pan-nacionalista en el Parlamento Europeo después de junio. Muchos se preocupan, con razón, por el auge de la extrema derecha en Europa, pero sería recomendable que tomaran estas divisiones en serio.

En enero, el primer ministro húngaro Viktor Orbán dijo que era “muy desafortunado que estos dos bloques, ID y ECR, no hayan logrado cooperar hasta ahora”. Agregó que tenía un “gran respeto” por Meloni y que su partido, Fidesz, estaría “feliz de unirse al ECR”. Si Meloni y el ECR querrían como colega a un hombre tan conspicuamente simpático con Moscú es otro asunto.

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