En las circunstancias, los números difícilmente podrían lucir mejor.
Hace uno o dos años, la sabiduría convencional era que América estaba enfrentando una tremenda recesión.
En cambio, según los últimos datos del Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos ha superado prácticamente a todas las demás economías importantes del mundo (incluida China).
En su último informe de Perspectivas de la Economía Mundial, el conjunto de pronósticos internacionales más seguido, se mejoró a Estados Unidos más que a casi todas las demás economías importantes.
Desde una perspectiva europea, hay mucho de qué envidiar sobre el desempeño reciente de América (la mayoría de las naciones europeas, incluido el Reino Unido, vieron cómo el FMI rebajaba sus pronósticos de crecimiento).
Sin embargo, aquí está el enigma. A pesar de esta economía comparativamente fuerte, a pesar de haber experimentado un pico de inflación más bajo que la mayoría de las naciones europeas (especialmente el Reino Unido), la confianza del consumidor estadounidense sigue en los mínimos.
No solo los europeos encuentran esto desconcertante. También la Casa Blanca.
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La Casa Blanca teme no recibir el reconocimiento por la fortaleza de la economía por parte de los votantes. Imagen: Reuters
Inyectaron dinero en el sector manufacturero en el momento justo que lo necesitaba, a través de una serie de costosos programas que incluyen el Acta CHIPS (para traer de vuelta a casa la fabricación de semiconductores) y el Acta de Reducción de la Inflación (para fomentar que las empresas de tecnología verde establezcan fábricas en EE. UU.).
La idea era que desde lo más profundo de la pandemia, América “reconstruiría mejor” – que Biden emularía a Franklin D Roosevelt y su New Deal de la década de los 30.
Y la mayoría de las estadísticas convencionales sugieren que esa estrategia está dando frutos. El empleo manufacturero está aumentando; las fábricas se están construyendo a la tasa más rápida de la historia moderna. Y el producto interno bruto – la medida más completa de la producción – está aumentando. A diferencia del Reino Unido o Alemania, no hubo recesión.
Entonces, ¿por qué la confianza del consumidor es tan débil? ¿Por qué las calificaciones de aprobación de Biden – la principal medida de encuestas para el líder estadounidense – son más bajas que las de casi todos sus predecesores en esta etapa de sus mandatos?
Recorra Pennsylvania, como lo hemos hecho en los últimos días, y encontrará todo tipo de explicaciones.
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Es la inflación, estúpido
Los bancos de alimentos están cada vez más ocupados; y aunque algunas empresas comienzan a ver que el dinero federal llega poco a poco, muchos de los programas aún están en la etapa de aprobación. El dinero aún no ha llegado.
Pero, sobre todo, se escucha una respuesta recurrente: es el costo de vida. Son los precios de los alimentos, son los precios de la gasolina, son los alquileres.
Y también hay una gran brecha aquí entre la vida a través de un prisma económico y la vida vivida en Main Street en lugares como Bethlehem, PA – un antiguo pueblo siderúrgico que intenta revitalizar su economía.
Hable con un economista y le recordará que la inflación – la tasa a la que los precios están cambiando durante el último año – finalmente está comenzando a bajar. Pero si bien esto es estadísticamente cierto, se pierde un par de realidades pragmáticas.
En primer lugar, los precios no están bajando; simplemente están subiendo un poco menos rápido de lo que lo hacían antes. La presión no ha desaparecido.
En segundo lugar, si bien los economistas a menudo se fijan en el cambio en el índice de precios al consumidor durante el último año (3.5% en marzo), lo que el resto de la población nota es el cambio en los precios durante un período más largo.
En los últimos dos años, los precios han subido alrededor de un 9%. En tres años, han subido un 18%.
En otras palabras, la explicación para la “vibe-recesión”, como los economistas la han bautizado (no hay recesión formal pero las vibraciones se sienten mal), podría ser excepcionalmente simple: Es la inflación, estúpido.
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Resumiendo lo que les importa a los votantes, un asesor de Bill Clinton dijo una vez ‘es la economía, estúpido’ durante una campaña electoral en los años 90 en EE. UU. Imagen: Reuters
En Pensilvania, quizás el estado clave de todos los estados decisivos en EE. UU., la cuestión es si Donald Trump puede capitalizar esta desafección para conquistar a los ciudadanos que lo abandonaron la última vez.
Mientras tanto, la Casa Blanca de Biden está esperando, con la esperanza de que esos libros de texto económicos del New Deal que siguieron cuando inyectaron dinero en la economía sean realmente confiables.